 
															En el sector de la restauración, pocas situaciones generan tanta frustración como los no-shows. Cuando un cliente realiza una reserva y no se presenta —sin aviso y sin cancelación previa—, el impacto va mucho más allá de la simple pérdida de una mesa. Para un restaurante, esto significa ingresos que se esfuman, personal y producto que se prepararon en vano, y la amarga sensación de haber perdido la oportunidad de atender a clientes realmente interesados.
La magnitud del problema es clara: cada mesa vacía representa una venta menos, especialmente en momentos de alta demanda como fines de semana, festivos o turnos de noche. El restaurante ha destinado tiempo y recursos en organizar su sala, planificar la mise en place y prever la carga de trabajo del equipo. Sin embargo, cuando el cliente no llega, todo ese esfuerzo se traduce en costes sin retorno. Además, quienes estaban en lista de espera o buscaban mesa de última hora tampoco tuvieron la oportunidad de ocupar ese espacio, lo que agrava aún más la pérdida.
Frente a este desafío, la Política de Reservas de ReserPax ofrece una solución pensada para devolver el control al restaurador. Su objetivo es transformar cada reserva en un compromiso real mediante un sistema de prepago flexible. El restaurante puede decidir si aplicar un importe fijo por reserva o establecer un valor por comensal, lo que asegura que cada cliente confirme su interés con una acción concreta. Este anticipo no supone un gasto extra para el comensal, ya que se descuenta posteriormente del consumo final, pero sí representa una garantía para el negocio.
La herramienta se adapta a la realidad de cada restaurante. Es posible configurar la política solo en los días o servicios de mayor demanda, como cenas de viernes y sábado, almuerzos de domingo o incluso eventos especiales. También se puede asignar a diferentes rangos de servicio de forma independiente, de modo que el restaurante no aplica la misma medida en un lunes al mediodía que en un sábado por la noche. Esta flexibilidad permite ajustar la estrategia a la ocupación prevista, equilibrando el compromiso del cliente con la libertad que caracteriza a la experiencia gastronómica.
Un ejemplo lo ilustra bien. Imaginemos que un restaurante establece un prepago de 7 euros por comensal de jueves a domingo en el turno de almuerzo. Una reserva para tres personas el sábado requerirá un anticipo de 21 euros, que se descontará del ticket final. Si en lugar de configurar la política “por comensal” se opta por “por reserva”, el anticipo sería de 20 euros sin importar el número de personas. De cualquier forma, el restaurante obtiene seguridad: quien reserva debe confirmar su asistencia con un pago previo.
Los beneficios son evidentes. Con esta política se reducen drásticamente los no-shows, el restaurante gana en previsibilidad financiera y se transmite una imagen más profesional al cliente, que entiende que su reserva tiene un valor real. Incluso en los casos en que alguien no se presente, el negocio no pierde completamente, ya que el anticipo ayuda a compensar los costes.
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